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La Santa Sede insta a que se aborde la soledad de los ancianos

En un texto publicado el 6 de abril de 2020, el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida llama, ahora más que nunca, a cuidar de los ancianos, especialmente aquellos abandonados a una soledad "en la que el coronavirus puede matar aún más".

El Dicasterio para los Laicos, La Familia y la Vida llama más que nada a proteger y cuidar a los ancianos en este tiempo de pandemia, una verdadera "tormenta inesperada y furiosa, durante la cual nos dimos cuenta de que todos estamos en el mismo barco», en palabras del Papa durante la bendición Urbi y Orbi del viernes 27 de marzo.

"Hace unas semanas, el Papa Francisco declaró que "la soledad puede ser una enfermedad, pero una enfermedad que podemos curar con caridad, cercanía y consuelo espiritual",»recuerda el dicasterio en una carta, subrayando que una generación entera estaba pagando el precio de la pandemia, ya que en Italia, más del 80% de las personas que murieron tienen más de 70 años.  

La enfermedad de la soledad

Estas palabras nos ayudan a entender que mientras que el coronavirus es más mortal cuando se encuentra con un cuerpo debilitado, en muchos casos, la patología anterior es la soledad. Por eso, insta la Santa Sede, es importante que hagamos todo lo posible para remediar este estado de abandono. "Bajo las circunstancias actuales, esto podría significar salvar vidas".

Y el Dicasterio de saludar las numerosas iniciativas eclesiales que se han extendido en los últimos días a favor de los ancianos, a través de llamadas telefónicas, mensajes de vídeo o de voz o, más tradicionalmente, cartas dirigidas a los que están solos. Las parroquias a menudo también se comprometen a entregar alimentos y medicinas a aquellos que no pueden salir de sus hogares. Y en todas partes, los sacerdotes siguen visitando a las familias para administrar los sacramentos.

Los ancianos, presente y futuro de la Iglesia

Estas redes solidarias tejidas son indispensables, pero la gravedad del momento nos invita a hacer más, insiste el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.

"Como individuos y como iglesias locales, podemos hacer mucho por los ancianos: orar por ellos, curar la enfermedad de la soledad, activar redes de solidaridad y mucho más".

"Tenemos una responsabilidad común, que se deriva de la conciencia del valor inestimable de toda vida humana y de la gratitud a nuestros padres y abuelos. No dejemos a los ancianos solos, porque en soledad, el coronavirus mata aún más".

En particular, la Santa Sede desea dedicar toda su atención a los ancianos que viven en hogares de acogida: "A pesar de la complejidad de la situación en la que vivimos, es importante recordar que salvar la vida de las personas mayores que viven en instituciones o que están solos o enfermos es tan prioritario como salvar a cualquier otra persona".

En los países donde la pandemia sigue siendo limitada, todavía es posible tomar medidas preventivas para protegerlos, manda el Dicasterio, porque el futuro de nuestras sociedades y comunidades eclesiales depende de ello, como dijo recientemente el Papa Francisco, "los ancianos son el presente y el futuro de la Iglesia"