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Navidad, la respuesta de Dios

 

Las noticias de todo el mundo no son alentadoras. Epidemias, efectos del cambio climático, poblaciones desplazadas, guerras... Toda la humanidad está sufriendo. Grita, a menudo con rebeliones, a veces con oración.

La Navidad es la respuesta de Dios a este clamor. Esta es una respuesta sorprendente porque se expresa en la debilidad, la fragilidad de un niño recién nacido. Dios elige la fragilidad para decirnos su presencia.

Para escuchar la respuesta de Dios al grito de angustia de los humanos, podemos contemplar las representaciones del niño Jesús en nuestros pesebres, y dejar que este niño que aún no habla nos invite a la confianza y la esperanza. Pero también, desde el tiempo de Adviento, recibimos como un mandamiento dado por Jesús; nos invita a velar y orar. Orar, tal vez sabemos lo que es, pero ¿"velar"? Velar es estar atento, estar vigilante. Cuando nos aconseja que miremos, Jesús nos aconseja que estemos atentos a las señales que revelan la presencia y la acción de Dios en un mundo que sufre.

Recuerda lo que dicen los Evangelios. En los días de Jesús, las mujeres lloraban la muerte de un niño; pero Jesús ha devuelto vida solo al hijo de la viuda de Naim; y los ciegos o paralíticos eran indudablemente numerosos en Israel y en el mundo, más numerosos que aquellos a quienes Jesús sanó. La actividad de Jesús fue admirable pero limitada. Es que ella era una señal.

Velar es estar atento a los signos que hoy se dan: un gesto de atención fraterna, de compartir, de reconciliación... son respuestas a la angustia humana. Pasan por la débil y frágil humanidad de la que formamos parte. Son signos de la presencia en medio de nosotros de la inmensa y misteriosa realidad que llamamos el reino de Dios.

En la oración del Padre Nuestro, pedimos " venga tu reino".  Jesús nos dijo que Él ya está en medio de nosotros. Pero la realidad de Dios excede con creces nuestra capacidad de percibir Su presencia.

Orar es pedir; también es estar atento y observar. Es percibir los signos que se nos dan de la presencia de Dios. Y también para dar gracias por estos signos y por esta presencia. Me gustan las palabras del Papa Francisco: "¡La alegría y la paz crecen con alabanza y acción de gracias"! Demos gracias por la "respuesta de Dios" que se escucha en Navidad.

              

Bendito seas, Señor, por este recién nacido, tan pequeño, tan frágil, que nos dice, en el silencio de la Navidad, la presencia activa de tu amor en nosotros y en medio de nosotros.

 

Padre François Maupu,

Asistente Eclesiástico de VAI