TIEMPO DE ADVIENTO
Pensar el tiempo de Adviento como un tiempo de espera, de paciencia, de perseverancia, de maduración lenta sostenida por la esperanza, me lleva a pensar en el labrador que espera el fruto precioso de la tierra. Este agricultor abraza estas cualidades esenciales, que son la clave para que todo cristiano camine en la fe.
Pero si la esperanza ha muerto en nosotros, ¿quién será su portador? ¿Quién podrá decir al mundo que la promesa de Dios de vida y felicidad se hace realidad en Navidad y que va mucho más allá de lo que cualquiera podría esperar, incluso en la desgracia? En nuestra experiencia pastoral nos encontramos con personas mayores que ya no esperan nada. Quizás han esperado tanto que sus corazones decepcionados son incapaces de volver a esperar por algo o alguien. Algo en ellos está desgastado: el deseo. ¿Quizás seamos uno de ellos?
Si es así, “Abrid las puertas”, nos dice Isaías. No dejes que la llama se apague en ti. Miren lo que hace el Señor: nos protege, construye firmemente la paz; él es la roca para siempre y da la victoria a los humildes. Debemos dejarnos cautivar por este testimonio de fe lleno de esperanza y creer que hay algo más allá de la aridez de este momento.
Jesús siempre insistió en el deber que corresponde a cada miembro de la comunidad (jóvenes o mayores), de permanecer siempre atentos. “Estad en guardia, no sea que vuestro corazón se vuelva pesado con el libertinaje y la borrachera y los afanes de la vida, y ese día venga sobre vosotros inesperadamente”.
Está claro que no sabemos esperar. Nos enseñaron a correr, a vivir en estrés o frenesí y con plazos constantes. Por eso no tenemos tiempo para esperar a pensar en una decisión o un resultado, queremos que todo suceda rápidamente, incluso si eso significa perder grandes oportunidades en la vida y cometer errores. Immanuel Kant dijo: “La paciencia es la fuerza de los frágiles y la impaciencia, la fragilidad de los fuertes”.
En Navidad nuestra esperanza se cumplirá, porque Dios tiene la costumbre de cumplir sus promesas. Aquel que cumpla todos nuestros deseos estará presente entre nosotros. Entonces podremos, como Isaías, cantar la fidelidad del Señor.
Padre Denis Ndène
Capellán continental para el África francófona