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Los mayores somos convocados

El Papa Francisco tiene en su corazón a las personas mayores, y en todo su pontificado y en toda ocasión, marcó siempre el papel que aún tienen los mayores en la transmisión de la fe, en el diálogo con los jóvenes y para custodiar las raíces de los pueblos.

Los mayores no dudamos de la riqueza que significa una larga vida, conocemos bien   esas riquezas, como también somos conscientes de nuestras dificultades.  Estamos acostumbrados a no ocupar mucho lugar, nos sentimos limitados a vivir en nuestro mundo, un poco descartados.  Es la limitación que impone la sociedad (y a veces la familia y la Iglesia) a pesar de nuestro deseo de ser aún protagonistas.

       “Es necesario recuperar sensibilidad por las diversas edades de la vida, en particular las de los niños y los mayores, lo delicado y frágil, con frecuencia vulnerable.  Se trata de partes del alma y de la sensibilidad humana que piden ser escuchadas y reconocidas, custodiadas y apreciadas, por cada uno y por la comunidad.  Una sociedad donde todo puede ser comprado o vendido, es una sociedad que ya perdió el sentido de la vida”. 

El Congreso Mundial de la Pastoral de las Personas Mayores, “La riqueza de los años”, convocado para este mes de enero en Roma, es la respuesta del Dicasterio de los Laicos, la Familia y la Vida a esta solicitud del Santo Padre.  Están invitados los movimientos laicales implicados en la pastoral de los mayores, como Vida Ascendente.

El Papa Francisco vuelve a ubicar a las personas mayores en su lugar, considerando que tenemos un rol en la familia y en la Iglesia y en la sociedad.  Convocar este Congreso de las Personas Mayores es hacer realidad sus palabras, no dejarlas como buenas reflexiones o declaraciones abstractas. Este Congreso es para crearnos un ámbito concreto, será “el lugar del abuelo en la familia”, es dar el ejemplo “junto a Pedro” de cómo debe ser valorada esta etapa de la vida humana en toda la Iglesia.

       “La lógica del Evangelio se aprende en los pequeños, los pobres, los enfermos y todos los que están en las periferias de la vida. Cada cristiano es un sacramento de la ternura de Dios.  Los jóvenes no consiguen trabajo y los ancianos viven la soledad, todos necesitamos cuidado y compañía”.

      “Todos los mayores somos frágiles, algunos sin embargo son especialmente débiles, muchos están solos o están enfermos.  Dependen de tratamientos indispensables y de la atención de los demás, ¿daremos por eso un paso atrás? ¿los abandonaremos a su destino? Una sociedad donde la gratuidad y el afecto desinteresado van desapareciendo, es una sociedad perversa”.

Este momento devuelve al conjunto de la Iglesia la presencia de sus mayores, es el lugar que deben ocupar.  El Papa reconoce el aporte de la apostolicidad y de la santidad de los mayores, el amor fiel que manifiestan en la consagración a su familia, y en su compromiso concreto en las obras de misericordia, habiendo trabajado toda su vida en la Iglesia.

Este Congreso marca el momento de renovar nuestra esperanza, sentirnos parte de la misión, es agrandar nuestro pequeño mundo.   Todo lo que hemos acumulado en la vida como experiencia, lo podemos dar.  Valoremos la riqueza que significa la edad, para sentir que aún somos agentes de pastoral repartiendo esas riquezas, hablando y opinando, y también participando.  Que esta sea la ocasión de sentirnos valorados y de poder aportar la riqueza de nuestros años a los más jóvenes.

Oswaldo Montferrand