Ya no sirve y sigue siendo
La vejez no es una enfermedad, es una etapa de la vida vinculada a la pérdida progresiva de facultades físicas y psíquicas. Las polipatologías que sufren las personas mayores pueden conducir a una regresión de las fuerzas físicas y de las facultades intelectuales, lo que puede conducir a un estado de dependencia que es difícil de soportar.
Perder sus capacidades
No sentirse ya capaz de "hacer" y estar a merced de los demás puede llevar a abandonar el deseo de perseguir una vida privada de todo sentido de responsabilidad, especialmente porque la pérdida de capacidad a menudo se acentúa por la preocupación del cómo superar las discapacidades. Pero el no "ser" ya a los ojos de los demás, de la sociedad misma, es aún más grave y puede engendrar el deseo de desaparecer. Ser considerado inútil, sin posibilidad de evolución, sin esperanza, es probablemente el sentimiento más fuerte que proyecta a la persona afectada hacia la nada, hacia el deseo de dejar de vivir.
No servir ya no es sólo no ser capaz de "hacer" sino también de “ser” digno de la confianza de los demás para realizar ciertos gestos de la vida cotidiana, reemplazar una bombilla, acompañar a los niños a la escuela, usar Internet, conducir el coche...
¿De qué sirve si no somos útiles?
Si ya no me asignas ningún papel, si no me asignas ningún estatus, si no puedo ocupar ningún lugar, ¿qué humanidad me reconoces? La persona mayor siente el deseo de ser considerada una persona viva, lo que significa ser respetada, escuchada como alguien que tiene cosas que decir que son importantes para sí misma. La autonomía que se le otorga debe permitirle decidir por sí misma, tener pensamientos personales, opiniones, sentimientos, deseos.
El papel de nuestros movimientos
Las personas mayores no pueden reaccionar de otra manera que no sea por un sentimiento de inquietud, si se enfrentan con la manera negativa con que se les mira, se deprecian, caen en la desesperación. Esto probablemente explica la alarmante cantidad de suicidios de ancianos.
Nuestros movimientos deben tener la preocupación de seguir acompañando a las personas mayores que esperan de nosotros una mirada, una palabra, en otras palabras, un "no abandono".
De Claude Jonnet
Voluntario en la unidad de cuidados paliativos del Hospital Bretonneau de París
Miembro de la asociación Jalmalv (Asociación "Hasta la muerte acompañar la vida")
Extracto de la revista MCR, "Nouvel Essor" No. 258 de marzo de 2015