“Pastores que vivían fuera...”
Los pastores vivían afuera. Pasaron la noche en los campos para mantener sus rebaños. No fueron a Jerusalén a rezar en el Templo. ¿Fueron a las aldeas a comprar y conocer a otras personas? San Lucas no lo dice. Los pastores vivían al margen de la sociedad humana. Pero es a estas personas marginadas a las que se anuncia primero la buena noticia. Esta buena noticia concierne a todas las personas, pero se anuncia primero a los marginados.
Al Papa Francisco le gusta designar dos categorías de personas marginadas en las sociedades actuales, los jóvenes y los ancianos. Las razones y consecuencias de esta exclusión son variadas. Pero recuerdo que se les da prioridad en el anuncio de la buena noticia. Recuerdo que los ancianos, así como los jóvenes y los demás marginados son los primeros en recibir la luz y la alegría de la Navidad.
Cuarenta días después, el viejo Simeón y la profetisa Ana darán la bienvenida a Jesús. "Mis ojos han visto la salvación", dirá Simeón.
No hay lugar en la sala común para María, José y Jesús. Ellos también son apartados. Cuando Dios viene al mundo, no hay lugar para él en la sala común.
¿No hay más espacio para las personas mayores y para los jóvenes y para muchos otros en la sala común de nuestras sociedades? Lo que es seguro es que el niño de la Navidad viene por ellos.
Señor Jesús, nacido en el pesebre, ofreces tu luz y alegría a los niños y a los ancianos. Gracias. Enséñanos a acoger esta luz y esta alegría y haznos saber compartirlas con nuestros hermanos y hermanas marginados o aislados.
Padre François Maupu