Testimonios del día
Desde el comienzo del confinamiento en Francia, el Movimiento Cristiano de Retirados (MCR) francés ha publicado, todos los días en su sitio web, un testimonio de la vida de uno de sus miembros.
A pesar de los mensajes de amistad...
Permítanme no siempre compartir este optimismo y esta serenidad para vivir este encierro. Nosotros, los ancianos, los únicos que tenemos familia pero que ya no la vemos porque los miembros tienen tanto miedo de transmitirnos el virus ... Ya no viene nadie: ni las amas de casa, ni las enfermeras, ni la familia.
Estamos desesperadamente solos y realmente nos da ganas de morir porque los días son realmente demasiado largos. La ansiedad y la depresión son nuestro destino diario a pesar de todos los mensajes de amistad recibidos. Mi única suerte es caminar, poder estar en el campo durante 1 hora todos los días y poder hablar con ex alumnos que están cavando su jardín. La moral sube después de cada viaje.
Mi fe no es muy grande porque puedo decirme a mí mismo que "el Señor está conmigo hasta el final de los tiempos", encuentro que el final de los tiempos, a los 86 años, todavía está muy lejos ... demasiado lejos. Parece que Él todavía me necesita en la tierra, pero creo que lo que experimentamos es inhumano. Mis 3 hijos me llaman todos los días para decirme "coraje", mis 7 nietos no suelen pensar en mí, mis 3 bisnietos me gritaron: "Felices Pascuas", pero me hubiera gustado saber cómo pasaron su "confinamiento". Oren por todos nosotros para que nuestra fe pueda mantenerse ...
Christiane
La misma abuela un poco más tarde ….
Ella me dijo: ¡Te necesito!
86 años, todavía en casa, enferma desde el 9 de febrero (hubiera preferido estar en el hospital, pero mis hijos no querían: "vas a contraer una enfermedad más grave que la que padeces actualmente") y ya no me queda nadie para ayudarme a cuidarme. Tan solo de la mañana a la noche, con temperatura, a veces sin recordar si había tomado mis medicamentos ... De ahí la depresión y la ansiedad, menos apetito: perdí 4 kg en 10 días.
Un día, la responsable del catecismo me llama: "Te necesito". ¡Increíble! De repente, me pareció que resucité ...... Era para patrocinar a tres niños que se estaban preparando para la Primera Comunión. Esto requería que me presentara por computadora dando mi número de teléfono y especialmente que rezara por estos niños.
Lo que me hizo más feliz fue cuando llamé a 9 amigas y 4 de ellas accedieron a hacer lo mismo en sus respectivos pueblos... Participé en dar vida a lo intergeneracional en nuestras dos parroquias.
A los 86 años me di cuenta de que tal vez todavía me necesitaban y esto volvió a darme el gusto de vivir...
Christiane