La metáfora del camino
La metáfora del camino es una hermosa imagen del cristianismo. Por al menos varias razones. En los caminos de la historia, el único Dios se revela al hombre. El éxodo del pueblo elegido de su esclavitud en Egipto, el vagabundeo de los judíos a la tierra prometida y la encarnación de Dios en Jesucristo son símbolos concretos del descubrimiento de sus planes en el camino del tiempo. El Hijo de Dios resume los días de su actividad pública en los caminos de Galilea, para encontrarse con enfermos, lisiados y excluidos de una manera única y sin precedentes. Es el camino del sufrimiento, que conduce, a través de la cruz y la muerte, a la vida verdadera. En los Hechos de los Apóstoles, a su vez, descubrimos la respuesta de los Apóstoles de Cristo al Espíritu Santo, que los conduce, junto con los primeros discípulos, por los caminos del mundo para que todos los hombres, sin excepción, puedan escuchar la Buena Noticia, la historia del amor de Dios por el hombre. En este contexto, los autores del Catecismo de la Iglesia Católica, describiendo el misterio de Dios y su acción, subrayan que "Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo". (CIC 234).
La metáfora del camino es una imagen que ilustra bien la vida de todo ser humano experimentado, porque expresa un proceso de vida, la historia de un individuo, su relación consigo mismo y con sus semejantes, el descubrimiento de su vocación de vida, etc. El comienzo del curso de la vida de cada persona está marcado por el día de su nacimiento, y su final terrenal por la hora de la muerte. Los cristianos creen, sin embargo, que la vida humana, a lo largo de la historia, se convierte en un nuevo éxodo, que tiene un comienzo, toma diferentes formas, pero no tiene fin, porque va a Dios, amor eterno. Esta tesis es importante porque transmite una verdad fundamental de la existencia humana. El hombre que recorre el camino de la vida no es tanto un "producto acabado" de la acción y la gracia de Dios como un ser llamado al crecimiento personal y a la santidad -siempre en un momento dado de la historia del mundo- y al mismo tiempo capaz de descubrir su propia misión en un mundo cambiante.
Estoy convencido de que el hombre en el camino del desarrollo y de la santidad es también consciente de sus propias limitaciones y errores. A veces, la sabiduría y la experiencia adquiridas a lo largo de los días de nuestras vidas dan paso a malas decisiones y, como resultado, nos desviamos del camino correcto. Este vagabundeo no es ajeno a los discípulos de Cristo. Por eso la comunidad de la Iglesia, al atacar los límites y pecados de los hombres, siempre da prioridad al tiempo, que es más importante que un resultado inmediato o un destello en la sartén. La conversión, el retorno al camino correcto, es un proceso. Este proceso se ilustra con el tiempo de Adviento, que dura casi un mes, días para vivir una transformación espiritual y volver al camino de la santidad. Como ninguno de nosotros puede salvarse solo, sino solo a través del apoyo y la gracia de un Dios amoroso, clamamos una vez más: "¡Marana tha!" - ¡Ven Señor Jesús! ¡No te demores!
Padre Román Chromy
Asesor Espiritual de la Coordinación Europea de VAI