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Intervención de la Sra. Monique Bodhuin

 

Estoy muy agradecida a Su Eminencia el Cardenal Farrell por el honor que me ha otorgado al ofrecerme a hablar aquí en nombre de Vida Ascendente Internacional (VAI), un movimiento de acción católica de unos cuarenta mil miembros repartidos por todos los continentes y cuya misión se basa en tres pilares: amistad, espiritualidad y compromiso con la sociedad.

Es un hermoso evento que este Primer Día Mundial de abuelos y personas mayores; Agradezco al Cardenal y a sus colaboradores por implementarlo; una primicia que no podría prescindir de una secuela...

El mensaje del Santo Padre da el significado y el tono de este día; podemos extraer orientaciones de él, y su contenido es una fuente de gran y fuerte esperanza para todas las personas mayores.

La cita de Mateo que abre el mensaje del Santo Padre: "Estoy con ustedes todos los días", resuena como una declaración de gran ternura; esta cercanía del Señor a la que nos remiten las palabras de Mateo se puede traducir, en la vida cotidiana de los ancianos, por unos sencillos gestos o momentos: es la mano de este niño que sostienen y que les da la confianza para caminar, es la alegría de las rondas y risas infantiles la que alegra su soledad y rompe el silencio de las horas que pasan. Depende de cada uno de nosotros encontrar las modalidades que expresen esta presencia afectuosa y sincera ternura que los ancianos necesitan para alimentar sus ganas de vivir.

Este deseo de vivir se ha visto socavado durante más de un año por la pandemia; mucho antes de que el virus del Covid-19 puso al mundo patas arriba, el Papa Francisco nunca perdió la oportunidad de decirle a la Iglesia y al mundo que el cuidado de los ancianos es el deber de todos los hombres y mujeres, dignos de ese nombre: para él, una civilización que descuida a sus mayores es una civilización perdida... Las personas mayores han pagado un alto precio por la pandemia: viviendo solos, han experimentado momentos de mayor soledad; medidas muy restrictivas en las instituciones de acogida, en las residencias de ancianos y de descanso han trastocado enormemente su deseo de vivir, y qué decir del sufrimiento de quienes, cuando fueron hospitalizados, se les prohibió visitarlos y murieron solos y abandonados. ¿Cómo podría nuestra conciencia cristiana no sentirse desafiada por estas situaciones?

Con este Primer Día de los Abuelos y las Ancianos, queremos decirles a los abuelos y personas mayores que tienen un lugar completo en nuestros corazones y más allá, que la comunidad eclesial los reconoce como una parte integral de ella; este evento nos invita a ser los portadores de este mensaje de proximidad, a jugar a los ángeles – la palabra griega "annguelos" de la que proviene, significa "quien anuncia" -. Seremos estos ángeles, ese día, dándonos cuenta de que estamos llamados a seguir haciéndolo a lo largo de las semanas, para dar a este día todo su significado.

A través de las palabras del Santo Padre encuentro los objetivos del congreso internacional organizado en Roma a finales de enero de 2020 bajo el título "La riqueza de los años". Este Congreso se sustentó en algunas ideas contundentes: tener en cuenta los carismas de la vejez, dar a los ancianos un lugar pleno y completo en la comunidad eclesial, permitirles desempeñar con las generaciones más jóvenes el papel que su experiencia humana hizo de alegrías pero también de desgracias cruzadas y vencidas, así como su vida de fe.

Las palabras del Santo Padre enfatizan la importancia de la conexión intergeneracional; de igual forma, el Año de la Familia que se inauguró el 19 de marzo, nos invita a implementar esta dimensión ya que los abuelos son parte de la familia. Entre las generaciones más jóvenes, los abuelos juegan un papel crucial en la familia, sea cual sea, que forma parte del testimonio de la vida: se basa en sus raíces, en la memoria que llevan, en la experiencia de su vida, que hace que las personas entiendan lo que es esencial, en su "saber ser", en su relación con Cristo que da sentido a su vida.

Es sobre este vínculo intergeneracional, entre abuelos y nietos pero también más ampliamente, entre jóvenes y ancianos que el MCR, Mouvement Chrétien des Retraités (Movimiento Cristiano de Pensionistas), la rama francesa de VAI, construyó su día del 25 de julio; unas palabras sobre este: un título "El tiempo de la merienda", un lema "jóvenes y mayores, compartamos nuestros sueños... y construyamos el mundo del mañana". Este proyecto ha dado lugar a una asociación entre VAI y el MCR y será objeto de un lanzamiento oficial el 6 de julio, en Taizé, en presencia del Hermano Alois y en el que participaré.

La realización de este evento no debe hacernos olvidar a aquellos que no pudieron participar en el día; habrá que acudir a ellos, a esas personas aisladas que necesitan especialmente presencia: leer con ellos el mensaje del Santo Padre, recitar con ellos la oración del Santo Padre que se refiere a la presencia infalible del Señor en su vida cotidiana. Esta es una manera de integrar a estas personas mayores aisladas en el ministerio comunitario y reconocer su dignidad como hijas e hijos amados de Dios. Y no debemos quedárnos ahí...

Para mí, este primer Día de abuelos y ancianos es un punto de partida; lleva consigo una dimensión de apertura al futuro: ser fieles a nuestra misión de bautizar "siempre debemos seguir el camino pero sobre todo salir de nosotros mismos, emprender algo nuevo" como escribe el Santo Padre. Esta novedad podría ser:

- formar estructuras para vivir mejor este arte de ser abuelos o simplemente personas mayores: el reto es ser auténticos "transmisores y despertadores de la fe"

- estructuras transversales donde viejos y jóvenes se reunirán para intercambiar en verdad sobre el "arte de ser" que los ancianos pueden testificar, pero también sobre el deseo que cada joven lleva en él, para construir esta alianza entre jóvenes y ancianos que el Papa Francisco llama.

Concluiré citando al Santo Padre porque estas pocas palabras son ricas en esperanza para el futuro y dan una dirección: «Quién, mejor que los jóvenes, puede tomar los sueños de los ancianos y convertirlos en realidad. Pero para eso debemos seguir soñando".