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"Nuestras armas ganadoras"

Había pensado en dedicar este billete a la carta del Papa Francisco sobre la Amazonía: la exhortación apostólica "Querida Amazonia" que sigue al sínodo de octubre de 2019; en esta carta, en varias ocasiones, el Papa habla del papel de los ancianos: pueden dar anclas a los jóvenes que les ayuden a afrontar los desafíos actuales (Querida Amazonia 33-34, 70).

Pero aquí viene un nuevo desafío para provocar al mundo entero: El desafío para la salud que plantea la pandemia vinculada al virus llamado COVID 19. Los países donde está presente VAI están afectados, desde Taiwán hasta Perú, desde Senegal hasta Europa. No puedo evitar hablar de eso. Esta epidemia es fuente de sufrimiento, duelo, preocupación. Manifiesta la fragilidad de nuestras sociedades. Es la ocasión para una admirable devoción, sacrificio y bellos gestos de solidaridad.

Pero ¿cómo no ver que pone de relieve las desigualdades en todo el mundo: desigualdad en el acceso a la atención, desigualdad en las condiciones de vivienda para los que se ven obligados a confinarse, desigualdad en las condiciones de trabajo: algunos pueden participar en el teletrabajo, otros se ven obligados a correr riesgos de contaminación su lugar de trabajo, otros se ven privados de trabajo y para muchos esto significa verse privados de recursos. El hallazgo es, por desgracia, fácil de hacer. ¿Puede conducir a una conciencia que ayude a que el mañana sea diferente del ayer y del hoy? Cuando el virus nos haya dejado en paz, ¿se volverá a encontrar solidaridad?

En la tormenta que enfrenta nuestro mundo, se escuchó la voz del Papa Francisco. Hablando en Roma, bajo la lluvia, frente a una plaza de San Pedro completamente vacía, comentó el pasaje del Evangelio de San Marcos (Marcos 4,35-41) donde el barco de los discípulos es atrapado en una violenta tormenta mientras Jesús duerme en la parte trasera del barco. "Maestro, estamos perdidos. ¿No te importa?” dicen los discípulos que piensan que Jesús no se preocupa por ellos. Esta frase toca a Jesús porque él, más que nadie, se preocupa por nosotros. Al comentar este pasaje del Evangelio, el Papa invita a un examen de conciencia: ¿hemos escuchado el clamor de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo? ¿Nos hemos despertado frente a las guerras e injusticias globales?  El Papa también propone un camino de conversión: separar lo que es necesario de lo que no lo es; redirigir el camino de la vida al Señor y a los demás. "Oración y servicio: estas son nuestras armas ganadoras."

La homilía pronunciada por el Santo Padre debe ser leída en su totalidad. Dos días después, el Papa Francisco volvió a tomar la palabra para invitarnos a mirar más allá. Se unió al Secretario General de la ONU en su llamamiento para que se ponga fin a los conflictos: si no suspendemos la guerra, ¿cómo podemos poner fin a la epidemia? "Que el compromiso común contra la pandemia pueda llevar a todos a reconocer nuestra necesidad de fortalecer los lazos fraternales como miembros de la misma familia". Establecer vínculos, los que están a nuestro alcance, luchar contra el aislamiento, es contribuir a "escribir hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia", es manifestar en nuestra vida cotidiana la fuerza de la fe que libera del miedo y da esperanza.

 

+François Maupu