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Vida Ascendente al servicio de la Iglesia y de la sociedad

El papel de los mayores como abuelos en el seno de la familia es de sobra conocido por su generosa entrega, espíritu de sacrificio y transmisión de la fe y la cultura. La relación entre abuelos y nietos es una de las relaciones familiares más entrañables y ha sido una pieza clave en la superación de las dificultades económicas en la época de crisis.

Desde que fui nombrado presidente del movimiento de Vida Ascendente en la diócesis de Getafe, junto con mi mujer Amada, hemos visitado los grupos del Movimiento que se reúnen de manera periódica en las parroquias de la diócesis. A lo largo del primer año hemos visitado 20 grupos.

Esta experiencia ha sido muy enriquecedora para los dos ya que no solamente hemos conocido la labor de las personas mayores, sino también un clero cuyos sacerdotes, acogen con afecto y confianza a los grupos de Vida Ascendente y los orientan espiritualmente y en su actividad social.

En su misión de acompañamiento a la persona mayor, los grupos se reúnen en ocasiones en las residencias de mayores, acompañando a sus miembros hasta la última etapa de la vida: La vuelta a la casa del Padre, como frecuentemente dice nuestro presidente nacional, don Álvaro Medina, centrando la atención en el sentido profundo de nuestra existencia.

Esta labor de acompañamiento dentro del grupo se extiende de manera voluntaria a acciones sociales con colaboraciones personales en el ámbito de Cáritas. En estas aportaciones hay que destacar la fidelidad y constancia de los mayores en el desempeño de este voluntariado, lo que los hace ser muy queridos por los sacerdotes y coordinadores de estos grupos.

Las reuniones del grupo se inician generalmente con la celebración de la Eucaristía que es seguida de una meditación en grupo de las lecturas dominicales. En esta meditación, sus miembros comparten la experiencia espiritual, comentan las dificultades de la vida en un ambiente de amistad que recuerda las reuniones de los primeros cristianos. En las visitas a las residencias además hemos podido acompañar a los sacerdotes que imparten la comunión a los enfermos.

Después de la experiencia de las visitas a las residencias y centros sociales, tratando de comprender el impacto social de esta acción, he indagado en las estadísticas demográficas europeas tratando de indagar en nuestro futuro. Con los datos obtenidos he elaborado dos gráficas que muestro más abajo: En la izquierda se muestra la evolución del porcentaje de población mayor de 80 años entre los años 2005 y 2016 en España. En la parte derecha se muestra el porcentaje de población para seis rangos de edad en España en el año 2016

http://ec.europa.eu/eurostat/data/statistics-a-z/abc

La perspectiva que ofrecen estas gráficas es preocupante. En los últimos 10 años el porcentaje de población mayor de 80 años en España ha aumentado casi en dos puntos (esto supone más de 800.000 personas en una población de 46 millones). Al mismo tiempo, debido a la baja tasa de natalidad, la distribución de la población se va desplazando paulatinamente hacia edades más adultas según muestra la gráfica en forma de tonel de la parte derecha.

Pienso con preocupación si tendremos los recursos humanos necesarios para atender con el amor que merecen a nuestros mayores en un futuro próximo. La expectativa de vida aumenta y la tasa de natalidad disminuye debido a dos fenómenos complementarios: la evolución espectacular de la tecnología en el campo de la medicina y la integración del hombre en una sociedad de consumo cuyo valor primario es el trabajo y su remuneración.

La acción voluntaria de las personas mayores, acompañándose mutuamente hasta el fin de la existencia, es una acción paliativa a esta situación que debemos reforzar integrando los grupos de Vida Ascendente en los entornos espiritual y sanitario de las residencias. La persona mayor debe ser acompañada de manera que se sienta querida, centrándola en los verdaderos valores de la existencia.

Hay que resaltar aquí los guiones orientativos que edita el Movimiento de Vida Ascendente para fomentar la formación de sus miembros en al trato de la persona mayor. Así, por ejemplo, en los últimos años:

  • La primavera en el otoño de la vida (Vida Creixent, curso 2017 – 2018)
  • L´accompagnement de la fin de la vie (Vie Montante, Mouvement Chrétien des Retraitées, Año 2014)
  • Carismas de los Mayores (Vida Ascendente, guion para la meditación. Año 2001)

Esta preocupante perspectiva solamente puede ser paliada con un fortalecimiento de los valores cristianos basados en las virtudes teologales de la Fe, la Esperanza y la Caridad, la cultura cristiana, y una capacidad de entrega y sacrificio que dan un sentido profundo a la vida con el que afrontar con dignidad el fin de nuestra existencia en la tierra. Somos testigos de la presencia de estos valores en los sacerdotes, personal sanitario y voluntariado de mayores.

Únicamente desde esta profundidad puede hacerse frente a una sociedad materializada y pragmática que comienza a pensar en la eutanasia como solución. Esto me trae a la memoria las terribles palabras del Apocalipsis cuando uno de los Ancianos pregunta por la muchedumbre vestida con túnicas blancas y se le responde “Esos son los que vienen de la gran tribulación”

Pensemos de manera constructiva y fortalezcamos el papel del mayor en cada uno de estos entornos:

  • La Familia, integrando a los abuelos en la vida familiar y fortaleciendo la transmisión de la fe y la cultura gracias a la natural relación afectiva entre abuelos y nietos
  • La Iglesia, creando grupos basados en los tres pilares de Vida Ascendente: Amistad, Apostolado y Espiritualidad. La persona mayor no está sola, comparte su experiencia y trabaja en grupo asistiendo a los necesitados
  • La Sociedad, creando grupos de Vida Ascendente que se reúnan en las residencias y visiten a los enfermos impedidos: Los acompañaremos hasta la vuelta a la casa del Padre

 

Jaime Tamarit