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¿Qué pueden hacer LOS ABUELOS para transmitir la fe A LOS NIETOS?

 

Esta es una pregunta que a menudo se hacen las personas mayores cuando sus hijos convertidos en padres y a los que ellos bautizaron e iniciaron en la fe católica, no trasmiten esas enseñanzas a sus nietos.

Detrás de esta actuación suele esconderse- entre otros muchos factores- el propio fracaso personal de los hijos al dar el paso de una fe infantil a una fe adulta —asumida, interiorizada y madurada— que probablemente aflorara en algún momento en ellos, pero que en la actualidad esta adormecida.

Parece, pues, necesario y aconsejable, que mientras los hijos resuelven sus creencias, los abuelos intervengan en este proceso educativo tan importante para el buen desarrollo de la personalidad de sus nietos y de su futura felicidad. Pero ¿cómo hacerlo sin que esto sea tomado por los hijos como una intromisión?

Es apremiante que cada persona se dé a sí misma la respuesta más adecuada a su caso concreto, estudiando la manera mejor de hacerlo y si fuera necesario pidiendo ayuda a alguna persona capacitada para darnos consejo. No obstante, parecen lógicos los siguientes puntos:

a) En primer lugar, los abuelos han de ser coherentes con su fe y en su vida, o sea, con lo que dicen y hacen.

b) Hoy día no basta la fe del carbonero, por lo tanto se tendrá que estudiar para dar buena razón de nuestra fe y también tendremos que llenarnos de argumentos sólidos para poder explicar a otros en que creemos, por que creemos y para que creemos.

c) El amor mueve montañas. Si los propios hijos se sienten queridos, entenderán que es el amor a los nietos lo que impulsa a los abuelos a «entrometerse» en la educación religiosa.

d) Las prisas los apremios, las insistencias, no son lo más adecuado. Sería conveniente estar atentos para captar el momento más oportuno para hablar con nuestros hijos y proponerles nuestra ayuda en este cometido.

Es muy importante que los abuelos comprendan cómo son los procesos educativos, cuáles son las distintas etapas por las que ha de pasar una persona y qué papel hay que desempeñar en cada momento como responsable de una familia.

Los procesos educativos van acompañados de distintas etapas en que la persona aprende, interioriza, aceptando o no, lo aprendido, y forja poco a poco su propia personalidad convirtiéndose en la persona que decide ser por sí misma, y cuando el proceso se ha completado, hay que respetarlo.

En la familia se empieza siendo cabeza de la misma y por lo tanto educador, para pasar a ser cabeza de generación, con otras competencias distintas, pero no menos importantes, de tal manera que la educación propiamente dicha correspondería exclusivamente al cabeza de familia, o sea, a los padres y la complementariedad a esa educación, sí podría incumbir a la cabeza de generación o sea los abuelos. Es, pues, en este contexto, donde los abuelos sí tendrían autoridad más que justificada para aportar su granito de arena en la trasmisión de la fe a sus nietos.

Unos abuelos que se han esforzado no solo en educar sino en dar también ejemplo de vida y que saben respetar a los hijos estando en el sitio que les corresponde, están en óptimas condiciones para, con el debido consentimiento familiar, transmitir la fe. Si este consentimiento no se concediese, los abuelos no deben olvidar lo ya dicho: que hay un tiempo para educar y otro para respetar. ¿Entonces los abuelos no pueden hacer nada? Sí, sí, y no poco. Pueden rezar para que donde ellos no llegan llegue Dios que

todo lo puede.

Fina Pérez Sánchez-Osorio

Parroquia de Santa Catalina de Alejandría (Madrid)

Extracto del diario “Tres Pilares” N°222 de Vida Ascendente España